miércoles, 1 de enero de 2014

Reflexiones a una Mente Perturbada.



Hola, ¿cómo estás?

Bah, para que te pregunto, yo sé cómo estás. Yo te conozco;  más que a nadie, y de eso quiero hablarte. Me cansé de vos, me canse de tu comportamiento egoísta, me cansé de que me tortures, me cansé de que no podamos ser amigas, convivir, en paz. Ojalá pudiera separarme de vos y ya.

Vos no existís si yo no existo. Y si vos no existieras, yo no podría vivir. Tal vez si no estuviera atada a vos, sería menos infeliz.

Yo sé que todas esas cosas que utilizas para torturarme, yo te las brindé. Yo sé que te hice daño, que tenés razones para torturarme gracias a todas las cosas que hice. Pero vos no te das cuenta, yo hice esas cosas por vos, por tu culpa, vos me hiciste hacerlo, vos me hiciste sentirlo. Y ahora venís, me echas en cara todo, me recordas esas cosas que nos hacen daño. Porque así es, a vos te hace daño, el mismo daño que a mí. Porque son las mismas razones las que nos hacen mal. Entonces, ¿por qué vivís recordándolo? Yo trato de superarlo, de no ser masoquista. Y ahí vas vos, arruinando mi mediocre intento. Salís con ese “para que hiciste esto, para que dijiste aquello, no debiste sentir tal cosa”, y es cinismo, porque todo eso fue tu culpa. Venís y me decis “tu culpa es todo esto, aguantate”, como si fuera que vos y yo no somos lo mismo.

Perdoname, en serio. Yo sé que no debo hacerlo, pero entendeme. Por algo trato de ignorarte, de tener un mínimo y superficial contacto contigo. Y parece que eso te molesta más todavía, y reclamas atención, utilizas toda esa adolescencia contenida que tenés, en mi contra. Perdoname, te digo una vez más. Yo lo cambiaría, y sé que vos lo harías. Pero tenes que entender, que no sirve pensar, y pensar, y pensar, y pensar, en todo eso. Cada vez que trato de acordarme de algo lindo, ahí vas y lo arruinas. Y lo más estúpido es que después de todas las lágrimas de esta auto tortura, sos vos lo único que me queda, soy yo lo único que te queda.

Porque no es mi sufrimiento, ni el tuyo, es nuestro. Porque somos lo mismo, somos asquerosamente inseparables. Así que seamos felices, aprendamos a querernos.  Somos dos partes enemigas que se necesitan.


Así que no sé, mente, quereme, que yo estoy tratando de quererte.