domingo, 22 de marzo de 2015

Reflexiones de una Mente Perturbada. III

Te he escrito más poemas de lo que podré perdonarme. Y no entiendes lo mucho que pesan las letras cuando están grabadas en mi piel y no en la tuya.

Te he regalado poemas, ¿entiendes lo que significa? No te preocupes. Después de todo, no son de amor.

Oh querido. Leerás los poemas, pero nunca las cartas. Y qué cosa tan extraña es callarme los versos y gritar las lágrimas.

Promete que no mentirás, pero que me dejarás fingir una sonrisa. Promete que serás sincero, pero que no me harás caso si lloro por tonterías. Promete que estaré bien, pero que te pondrás detrás de mí cuando nos disparen.

Está bien, querido, está bien. No me quejaré de lo que merezco y no esperaré que me perdones. No esperaré nada de todo esto, no quiero fallarme a mí misma, y no quiero darle vueltas a la incoherencia de todo lo que acabo de decir.

Te escribo esto porque no quiero que leas más poemas. Sigues sin ver lo que soy, o ves demasiado, dos alternativas horribles. Entonces te niegas a mostrarme tu mundo hecho de colores, y mi niña interior ya no quiere prestarte sus juguetes porque tú no les prestas los tuyos.

Y a veces ignoro lo que ya sé, y parece que no será más. Hay momentos en los que de verdad sonrío, y podría asegurar que tú sonríes también. Pero querido, después de la tormenta sale el sol, y tengo que salir de mi refugio y enfrentarme al mundo que no acepta mi fantasía.

Y no basta la música cuando lo que quiero es tu voz, y no basta la lealtad cuando prefiero que me hagas promesas falsas. Pero tú puedes verme, ¿no es así? Tú me ves con los ojos rojos y balanceándome en las puntas de mis pies, esperando tu asentimiento para escribirte una poesía antes de dormir. Tú me ves, con las tonterías que me ahogan y mi perseverancia mal dirigida, con mis risas exageradas y mis lágrimas dramáticas. Me ves. ¿Me ves?

Y qué esfuerzo tan grande es no extender mi mano hacia la tuya y esperar que te lances al vacío conmigo. Mirar a quien está a tu lado, para no gritarte con una mirada todas las hipérboles de tu belleza. Pasó tanto tiempo que me miro a mí misma hacia atrás, y podría darme un golpe por haberme mirado en el espejo en lugar de mirar tus ojos.

No te preocupes, que ya no te obsequiaré poemas. Quédate tranquilo, porque no volveré a dejar la llave debajo del felpudo para que entres cuando quieras, porque ya sé que no vendrás. Y que no te importen las lágrimas, si tienes a quien regalarle tu sonrisa. Que no te importe la huida, si tienes un puerto seguro al que volver.

Tengo mejores cosas que hacer que estar escribiéndote todo esto, mejores que estar pendiente del teléfono esperando una despedida. Estoy cansada de los reencuentros, no sabes cuánto.

Y qué bonito es estar seguro de que trasnochar valdrá la pena. Que relajante saber que después del dolor habrá un dulce. Honey, don’t say that you want to know me, because we're not ready. Y vendrá un tiempo de olvido, y sabes que lo espero con ansias.

Y espero que la vida me quite la estupidez, porque la estupidez me está quitando vida. Y espero que no me perdones, y que me olvides, y que me dejes olvidar que no te dejaré de llorar.

Y deseo no ser yo, espero no ser esto, no más. Y que la próxima vez, ya sea pronto, o nunca, sea diferente contigo. Sea diferente conmigo. Y en el fondo espero que extrañes mi poesía, rota y tan llena de mí.

Y deseo que la espera no sea larga, hasta el día de resignarme a que nunca estaremos listos. Porque mirar el pasado no es cambiarlo, e imaginarte no es conocerte.