“Cuidado con lo que
deseas” repetían. Y por supuesto, no les hice caso.
Deseaba poder aferrarme a
alguien, terminé extrañando a mucha gente. Deseaba sentir algo, sentí dolor.
Deseaba vivir, y entendí que en la vida nos vamos muriendo un poco cada día.
Errores, cuántos errores.
Víctimas y culpables, afectados y hacedores somos.
O lo soy yo.
Creí que ya había
aprendido, que con eso último fue suficiente. Pero una ‘demasiadoadicta’ nunca
tiene suficiente. Entonces dije que no podía ser más egoísta; pero claro, tengo
una gran capacidad para superarme.
Eso debería ser algo
bueno, ¿verdad?
Por si todavía no quedó
claro, NUNCAESSUFICIENTEPARAUNADEMASIADOADICTA. Y ahí va el porqué.
Prometiéndome una y otra
vez que dejaría de equivocarme tanto, fui recorriendo un camino de errores.
Dañando gente, arruinando amistades, ganándome soledad. El orgullo terminó
siendo mi único refugio, y el masoquismo mi mejor amigo. Siempre lamentando mi
infortunio, desaproveché aquellas oportunidades de hacer feliz a la gente. Ahora
caigo en la cuenta de mi estupidez a la hora de poder mejorar la situación.
Y entonces aparece él.
Tan tierno, delicado, tan lejano. Alguien demasiado bueno para que llegue a mi
vida justo en ese momento. Yo no quería, o tal vez si quería. Tal vez mi masoquismo
hizo que quisiera. El asunto es que sin darme cuenta ya estaba esperando que me
escriba.
Pero él, es de esas
personas que sabes que no mereces. En el remoto caso que te quisiera, no
podrías darle esa felicidad de la cual es merecedor. Tan pequeña me siento, tan
insuficiente.
De aquellas amistades que
sabes que si arruinas, merecerías ir a prisión.
Yo no quería, pero no
pude evitarlo. Y ahora estoy en una situación sin salida; reprimiendo
sentimientos y necesidades. Sabes que no te va a
llevar a ningún lugar. O tal vez si te lleve, pero no a uno bueno. Sabes que no
te va a llevar hacia algo bueno, pero ya subiste al vehículo. Y ya está en
movimiento. Y no te podés bajar. Porque te está llevando a algún lugar, no tenés idea hacia dónde. Pero tenés miedo.
El vehículo con forma de pingüino
patinando en el espacio y tomado helado de almendras.
No te subas al
pingüimóvil, no lo hagas.
Misteriosos caminos
recorre aquel vehículo. Algunos dicen que es lo mejor del mundo mundial, que
todos deberían subir. Otros dicen que no es para cualquiera. Según ciertos rumores,
hay gente que nunca bajó de él.
No te subas al
pingüimóvil. O súbete, llega lejos, y deja de vivir con la intriga de a dónde
te lleva.