domingo, 31 de enero de 2016

No me quedan ánimos para llorarte. Sólo los miles de Te amo que no te diré porque no puedo escribirlos en tu espalda con mis uñas. Y siempre eres el último al que pienso antes de dormir. Y tal vez mis pesadillas sean porque no estoy velando por tus dulces sueños. Pero ya no hay espacio para el arrepentimiento si mis versos van a la papelera y tus besos a otra boca. Los míos se pierden lejos.