sábado, 8 de febrero de 2014

Felicidad masoquista y de madrugada.

Cuando es de madrugada, y un nuevo día empieza siendo noche. Y tenés la costumbre de dormir tarde, pero esta noche te pesan las horas que pasas despierto/a. Y te pones a pensar, y empezás a ver todas esas pequeñísimas cosas...

Diminutos detalles que se convierten en grandes torturas.

Esos momentos con gente que está lejos, que está cerca pero no está contigo, que es feliz sin que seas parte de eso. Y notas las cosas que pudieron ser de otra manera. No cosas que hubiesen impedido su separación; sino cosas pequeñas que hubiesen constituido otro buen momento para recordar, para extrañar. No son cambios que habrían evitado el derramar de lágrimas, o los pensamientos nostálgicos; son cambios que habrían permitido tener una risa más, otra sonrisa inesperada cuando caminas por la calle o haces alguna otra cosa cotidiana. Y no te arrepentís de no haber cambiado ese pequeño detalle, simplemente imaginas el momento si hubiese sido así, y no como fue. Y disfrutas ese hipotético momento con esa persona real. Y cuando estás despierto/a en medio de la madrugada, y sos la única persona que no duerme en el lugar, y no estas hablando con nadie más.

Empezás a hablar con tus otros yo.

Y empezás a culparte de esto, felicitarte por aquello, desear eso que es tan lejano. A veces incluso dejas el enojo a un lado, para empezar a ser feliz. Aunque sea por un rato. Y te sentís feliz por ese paseo, esa canción, ese beso, ese abrazo, ese mensaje, ese buen recuerdo. Y al rato empezás a sentirte triste; te sentís triste por ese paseo, esa canción, ese beso, ese abrazo, ese mensaje, ese masoquismo que constituye el recordar. Y en unas horas, o minutos, o segundos... en una madrugada. Sentís un montón de cosas, recordás personas, cosas, canciones, lugares, caricias, que no creíste que aparecerían en tu memoria. Cosas de tu infancia, del día anterior, del año que viene.

Y después dormis, y es una aventura totalmente aparte. Como todo en la vida.

Tal vez sólo soy yo la que pasa por todo eso cuando no puede o no quiere dormir, tal vez. Tal vez un montón de personas pasen por lo mismo. Tal vez nada ni nadie de eso que recuerdo existió, y sólo es algo que imagino mirando un punto fijo en el techo de mi habitación en el manicomio.

Lo que sea.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario