lunes, 30 de julio de 2018

No entendemos la eternidad.

Quiero hablar de la manera en que el mundo es màs bonito cuando amanece sobre tu rostro. Pero no podemos verlo. Estamos tan empeñados en llorar que no podemos ver la hermosura en el dolor. Y tù dueles tanto. Tan dulce, tan profundo, tan presente dolor.



Dolor cuando beso tu frente y tù suspiras, porque los mortales no entendemos la eternidad. Y yo te susurro palabras que se sienten muy grandes en mi boca, se sienten como mentiras, porque no merezco amarte. Y me siento inùtil porque no puedo retenerte a mi lado, mierda, ni siquiera puedo retener tu imagen en mi memoria.



Y vamos a olvidar, porque nadie merece vivir para siempre, ni siquiera en un recuerdo. Te voy a olvidar, seguro. Voy a olvidar la manera en que lloraste cuando me fui y tù vas a olvidar la manera en que sentì miedo. Porque siempre tuve miedo.



Vamos a olvidar la vergüenza y vamos a olvidar este dolor. Vamos a olvidar que querìamos sostenernos la mano, y vamos a olvidar todas las veces que tuve que desviar la mirada para que nadie notara lo que sentìa por ti. ¿Vamos a olvidar?



Vamos a olvidar la culpa y la recordaremos cuando seamos castigadas. Por querer lo prohibido, por soñarlo y por experimentar aquello a lo que no tenìamos derecho. Vamos a olvidar el pecado, pero nunca dejaremos de ser pecadoras. Vamos a olvidar el placer, pero no evitaremos que nos pasen la factura por ello.



Pero no sè cuànto tomarà. No sè cuànto tarda el olvido en llegar. No sè cuànto tarda en visitarnos si le cerramos la puerta.



Y tendrè que recibir el castigo incluso cuando sè que no podrè soportarlo, porque tampoco soportè el deseo de besar tu boca ni acariciar tu cabello, no soportè la necesidad de soñarte, ni el miedo de perderte. Pero nunca me perteneciste, porque a mì no me toca tener las cosas bonitas, a mì me toca dañarlas.



Asì que serà doble el castigo, por desear tener algo que no merecìa, y por intentar tenerlo y dañarlo. Asì que perdòname, por dañar tu belleza al llenarte de miedo, por traicionar tus ojos hacièndoles llorar, por pervertir tus manos al tenerlas entre las mìas.



Pèrdoname, porque ni tù ni yo merecìamos que me quisieras, pero lo hiciste. Me quisiste bonito, y de verdad. Me quisiste cuando tenìa pesadillas, y ojeras, y un cigarrillo entre los dedos, y toda la negatividad en la mirada. Me quisiste cuando te confesè mis pecados y me quisiste cuando fallè a mi potencial. Me quisiste cuando esperabas una respuesta y yo me quedè en silencio. Me quisiste cuando te fuiste, cuando volviste y cuando yo te escribì poemas rotos acerca de còmo todo podìa salir mal. Me quisiste cuando te dije que deseaba no sentir el amor que te tenìa, cuando te dije que era mejor estar lejos. Me quisiste cuando mi incoherencia me llenaba de miedo al mismo tiempo en que yo besaba tu cuello.



Me quisiste bonito, niña, como se puede querer a lo que va a morir. Y yo te quise lo màs bonito que pude, con lo poco que te pude dar.



Te soñè, te extrañè, te adorè, y te dejè ir. Porque los mortales no entendemos la eternidad, y por eso no podemos estar seguros de hasta cuàndo nos perseguirà el recuerdo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario