Te irás. Porque no viniste para quedarte y yo no quisiera atarte. Las heridas sanan y las cicatrices no duelen si uno quiere... Pero yo te quiero. Quedarás en mí como una cicatriz que veré en el espejo cuando no tenga ropa, porque cuando no tenía nada tú eras el que quedaba, siempre...
Serás otra cicatriz pero yo no me acostumbro. Todos llevamos marcas, pero tú siempre fuiste el más marcado, el más oscuro, el más querido porque sabe lo que es no querer.
Yo siempre quise más amor, más atención, más miradas. Tú nunca me abrazaste como yo esperaba porque siempre fuiste mejor. Siempre lejos del resto, entendiendo todo y callando a menos que tuvieras un oído atento cerca. Recogiendo recuerdos que te golpearían con ciertas músicas, cerrando los ojos cuando la espalda sangraba por el puñal de la traición de algún amado.
Yo siempre fui insignificante, aunque pretendiera lo contrario. Hasta que tú me miraste con los ojos del que todo lo entiende y siempre guarda paciencia. Porque la necesita, porque se enoja y ya se destruyó demasiado a sí mismo.
Me tomaste de las muñecas e impediste que siguiera arañando mis piernas, me besaste en la oreja y sonreíste. Recitaste un "Ya está, no es para tanto", que primero hizo hervir mi sangre de los nervios y después se convirtió en una terapia de auto control. Dejé de llorar (tanto), aprendí a aceptarme y a esquivar de puntillas los vidrios de la decepción. Es un trayecto muy lento, pero tranquilo... El de no sufrir de más.
Rocé los bordes del amor y giraste la cara porque no querías que yo sufriera, por más que me guste hacerlo. Yo volví a llorar y tú a entender, nuestro ciclo eterno. Con paciencia, cariño y discusiones leves construimos un hogar de medianoche. Hasta que me tocó dar el siguiente paso y abandonarlo.
Me fui y tú sólo sonreíste, me agradeciste por haberte enseñado tanto y llaveaste nuestro rincón para esperar tu siguiente aventura. Me marché en silencio, con mi cabello despeinado y miles de recuerdos. Tú siempre decías, lo peor de perder a alguien es que se lleva consigo todos los recuerdos que fueron sólo de los dos.
No me olvides, querido, no me dejes con una mitad perdida. Sigo siendo frágil y sigo creciendo, pero nunca dejo de recordarte. T
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